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ISSN 1989-4163

NUMERO 77 - NOVIEMBRE 2016

Don Quijote de Manhattan (Testamento Yankee)

Francisco Marín

Autor: Marina Perezagua. Editorial: Los libros del lince (2016). 312 pgs. 19,00 €.

     

Don Quijote de Manhattan es una novela inspiradísima, divertida hasta la carcajada, también conmovedora y amena. Empieza cuando a don Quijote, que camina con Sancho por las calles de Nueva York, le regalan un libro. Durante una semana entera el Caballero de la Triste Figura devora, día y noche, las páginas de un grueso volumen titulado The Bible. No es una novela de caballería, pero provoca en don Quijote la necesidad imperiosa de arreglar el mundo. Trata de impedirlo Sancho, que sólo se anima si hay comida de por medio o la promesa de una ínsula, cuyo gobierno sueña como una actividad muy relajada.

En su recorrido desde Queens hasta el lugar donde se alzaban las Torres Gemelas, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, don Quijote tropezará con las injusticias, contradicciones y tragedias de la gran urbe. Vivirá muchas aventuras y desfacerá no pocos entuertos. Será apaleado por la policía, aclamado por un grupo de mujeres desnudas, y escuchará varios relatos, como el de una presa que le cuenta por qué cometió tres asesinatos. Y visitará, en su Instituto, al señor Cervantes, ante quien se presenta como don Quijote de Manhattan, en una escena tan disparatada como memorable.

Marina nos aproxima a la primera fuente, que es la novela, pero nos aleja de ella, pues Don Quijote y Sancho Panza padecen una extraña amnesia respecto a sus aventuras de hace varios siglos. Que a la postre son las que cocinan la que posiblemente sea la mejor novela de la historia. Eso si, Le da una vuelta de tuerca a la imperiosa necesidad quijotesca de combatir injusticias entre la parodia galáctica, la Biblia a modo de novela de caballerías y Manhattan como la ínsula ideal en la que enderezar entuertos de actualidad.

Historias de sus avatares enhebradas, lo mismo que en su original, con pequeños relatos que enriquecen la trama de situaciones cómicas bajo las que se esconden vivencias morales y críticas a la sociedad del presente. Son los que aluden al funambulista que cruzó las Torres Gemelas, a la lección de astronomía y a la evolución humana representada por los 13.999.950.000 años que se necesitaron para desarrollar la lengua y la nariz humanas que favorecen el gusto y el olfato.

Don Quijote de Manhattan caricaturiza el sueño americano desde la tradición de nuestro emblemático rey de los clásicos, insiste en su espíritu sobre la conveniencia de arreglar el mundo como sueño y deja patente que como dice Don Quijote la imaginación es el útero de todo cuando nos rodea.

Marina Perezagua (Sevilla, 1978) vive en Nueva York, donde se dedica a la escritura. Ha sido durante largos años profesora en las universidades de Stony Brook y de Nueva York, y en el Instituto Cervantes de Lyon.

Los libros del lince ha publicado toda su obra en la colección Literaturas. Debutó con las colecciones de relatos Criaturas abisales y Leche, a las que siguió Yoro, su primera novela, que ha supuesto su consagración internacional, pues ha sido contratada para su traducción al inglés, alemán, italiano, polaco, húngaro y portugués. Leche se publicó en japonés, bajo el título de Little Boy, en primavera de 2016.

Marina nos atiende en Nueva York…para los lectores de Agitadoras

P.- ¿Cómo, cuando y por qué nace D. Quijote de Manhattan?

R.- Nace como un cambio de registro respecto a mi anterior novela, YORO. Me interesaba pasar de la tragedia a la comedia, por muchos motivos, principalmente porque no quería caer en una fórmula que hasta ahora me había funcionado. Otra razón  es que la comedia me parece un género difícil y me interesan los retos contra mí misma. También es un género honesto: si te ríes, funciona, y si no, no funciona, no hay más. Y por último, aunque quizá lo más importante: es una gran vía de crítica social. Respecto a cuándo nace: tiene una gestación de sólo dos meses y medio, casi dos años menos de lo que me tomaron mis anteriores libros. Fue una de esas novelas escritas en un solo pulso.

P.- ¿Por qué situarlo exactamente en la Gran Manzana y no en otro lugar?, por ejemplo, Sevilla.

R.- A menudo me preguntan por qué escribí una novela sobre el ataque nuclear en Hiroshima o las situaciones de las mujeres hoy en la República Democrática del Congo, en lugar de escribir sobre la Guerra Civil española. Mi respuesta es: porque no considero que nuestra guerra, por ser nuestra, tenga más importancia que alguna otra, y porque, de nuevo, me interesan los retos. Obviamente sería mucho más fácil para mí escribir sobre la Guerra Civil, tengo la suerte de contar con los testimonios de mis cuatro abuelos y dos bisabuelos, más la ventaja de cualquier español: conocer mejor nuestra historia que ninguna otra. Pero me parecía más difícil ponerme en la situación de una mujer japonesa y ser aceptada dentro de los lectores japoneses como tal, y no como un personaje escrito por una mujer occidental que sólo se queda en un exotismo que no prospera.

P.- D. Quijote y la Guerra de las Galaxias ¿Cómo hay que tomar esto?

R.- Pienso que no hay que tomarlo de ninguna manera, porque cada lectura es individual. Si me preguntas por qué me interesa a mí, diría que sobre todo porque me interesa el diálogo entre la considerada alta cultura, y la cultura popular, el mundo del cómic, de la ciencia ficción de masas…

P.- ¿Por qué D. Quijote, se queda pillado por La Biblia?

R.- Por el mismo motivo por el que se le secaron los sesos al leer los libros de caballerías. Él quería ver un mundo que ya no existía, necesitaba cambiar su entorno, y tanto los libros de caballerías como La Biblia se prestan a los utopismos.

P.- Observo a Sancho muy despierto ¿producto del golpe, al caer?

R.- No lo sé, no soy neuróloga J

P.- ¿Cómo se toman D. Quijote y Sancho al encontrarse en una discoteca? y ¿en un comedor a oscuras?

R.- Si iba a sacar a don Quijote y a Sancho de la Mancha, debía ubicarlos en lugares contemporáneos. Esa desubicación espacial se corresponde con la desubicación temporal o anacronía en el Quijote de Cervantes.

P.- Marcela, la nueva Dulcinea, ¿por qué la imagina en la forma que lo hace?

R.- No me interesaba que la nueva Dulcinea fuera una persona, no me interesan las correlaciones fáciles, por eso decidí que fuera un rascacielos, pero no uno cualquiera, sino el que mejor representa el bellísimo discurso de la libertad en boca de la Marcela de Cervantes: La Torre de la Libertad.

P.- ¿Qué son los piojerdos?

R.- Contestar esto arruinaría la lectura de ese capítulo, pero digamos que son el producto de un sueño que una noche tiene Sancho, un sueño donde se mezclan su ingenuidad y sus ambiciones más pedestres, pero siempre escrito con mucho cariño hacia mi personaje.

P.- ¿Qué ha pretendido al escribir esta novela?

R.- Yo no pretendo nada al escribir. Sólo me interesa crear obras cuyos personajes transmitan vida. Entiendo la creación como creación.

P.- ¿Da para una segunda parte?

R.- Todo da para una segunda parte, hasta esta humanidad que hemos destruido mil veces.

P.- ¿Cuales son sus géneros y autores favoritos?

R.- Me interesan todos los géneros. El que mayor respeto me inspira es el de la ciencia ficción con mucho de ciencia (no ficción especulativa, aunque esto también me interesa). Mis autores preferidos: demasiados para nombrarlos, pero si tuviera que quedarme con uno actual, aunque ya no esté con nosotros, sería Oliver Sacks.

P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?

R.- Algunos libros simultáneos, pero todos hablan sobre cómo vencer la hipotermia en la natación de largas distancias en aguas abiertas (y muy frías).

P.- Como lectora, prefiere: ¿libro electrónico o papel?

R.- Ambos.

P.- Cuando escribe ¿lo hace pensando en el lector?

R.- Jamás. Valoro mucho la opinión del lector, pero escribir pensando en el lector sería escribir pidiendo el consentimiento de cerebros que nada tienen que ver entre sí ni conmigo. No hay un lector universal, por eso no se puede escribir para gustar a nadie, eso sólo conduce a obras muertas.

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?

R.- Comenzar temprano (si un día no me levanto temprano, prefiero no escribir), por esto no suelo salir por la noche. Comer bien. Silencio absoluto. Una tetera bien grande de mi té verde preferido. Comida sana en el frigorífico. Teléfono apagado. El sonido del agua que me regala una pequeña fuente artificial que tengo en mi escritorio.

P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y permanezca inedita hasta hoy.

R.- Tendría que nombrar a otras personas y prefiero no hacerlo, pero muchas experiencias muy gratas y estimulantes.

P.- Venda su libro ¿por qué hay que leer D. Quijote de Manhattan?

R.- Nooo, siempre digo que yo no soy vendedora, de verdad, no se me da bien vender mi libro. Lo único que puedo decir es que me dejo el alma en mi trabajo.

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?

R.- De aquí al 2018/2019: Escribir una novela erótica, seguir cuidando mis amistades de toda la vida y cruzar a nado el Canal de la Mancha.



 

 

Don Quijote de Manhattan

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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